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superior, poro tambin posee hoy en da muchos secundarios. A veces, cristiano quiere
decir evangelista ; otras-y en un sentido ms reciente-, cristiano equivale a cuquero. En
ocasiones, cristiano quiere decir persona modesta quo croo firmemente tener alguna
semejanza con Cristo. Poro la tal palabra se ha empleado tambin por mucho tiempo con
significación muy precisa, dando a entender una cultura o una civilización. Benn Cunn,
en la Isla del Tesoro, no le dice a Jim Hawkins me siento del todo extrao a cierto tipo
de civilización, sino que le dice : no he probado el alimento cristiano. Las comadres
del pueblo, al ver a una seora quo usa el cabello corto y pantalones de hombre, no dicen
: Advertimos cierta diferencia entre su cultura y la nuestra, sino que dicen: Ya podra
vestirse como cristiana. Y el hecho do que este sentimiento so manifieste aun en la ms
sencilla y estpida charla diaria os una evidencia de que el cristianismo ha sido una reali-
dad intenssima. Poro, como ya lo hemos visto, tambin ha sido algo muy localizado,
particularmente en la Edad Media. Y eso vvido localismo que la fe y estmulos cristianos
parecan alentar, condujo a la postre a un parroquialismo limitado. Llegó a haber
capillas rivales do un mismo santo y una especie de duelo entre dos imgenes do la
misma divinidad. Y mediante un proceso, quo ahora tenemos el penoso deber de estudiar,
surgió una verdadera pugna entre los pueblos de Europa. Los hombros empozaron a
sentir quo todo extranjero no coma ni beba al modo do los cristianos, y -cuando
sobrevino el cisma filosófico- hasta a dudar de quo el extranjero fuera cristiano.
Y en el fondo haba ms. Porque, mientras la estructura interna do la Edad Media era
un amplio popularsimo y un estrecho sentimiento do campanario, en las grandes lneas, y
especialmente en los negocios externos, como la guerra y la paz, la mayora do las cosas
(no todas, por cierto) oran monrquicas. Para comprender lo quo ora el rey, hay que
esforzarse por apreciar el plano do fondo-como entre tinieblas y aurora-, sobre el cual
resaltan las primeras figuras do nuestra historia. El plano de fondo no es ms que la
guerra contra los brbaros. Mientras ella duró, el cristianismo no sólo fue una nación,
sino casi una ciudad, y ciudad sitiada. Wessex era una muralla de tal ciudad ; Pars, una
torre. Y con la misma lengua y el mismo espritu, Beda pudo haber escrito la crónica del
sitio de Pars, o Abbo pudo entonar el canto de Alfredo. A esto siguió una conquista, que
fue tambin una conversión. Durante los ltimos tiempos de las edades brbaras y el
albor del medievalismo, todo se resuelve en la evangelización de los brbaros. Y la gran
paradoja de las Cruzadas est en que, siendo los sarracenos superficialmente ms
civilizados que los cristianos, fue un gran acierto instintivo el percatarse de que, en el
fondo, no eran ms que unos destructores. En el caso, mucho ms simple, del paganismo
nórdico, el desarrollo de la civilización resultó ms simple. Pero sólo en los ltimos das
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de la Edad Media, ya muy cerca de la Reforma, se logró imponer el bautismo al pueblo
de Prusia, la tierra salvaje del otro extremo de la Germana. Y no ha de faltar algn
zumbón que -permitindose un equvoco profano entre la vacuna y el bautismo-advierta
todava que no parece haberles prendido el bautismo a los prusianos.
El peligro brbaro se fue reduciendo poco a poco; y si no siempre los poderes del
islamismo se dejaban romper, al menos se dejaban doblar. Los cruzados perdieron, al fin,
toda esperanza, pero tambin toda utilidad. Y a medida que el peligro tradicional se iba
disipando, los prncipes europeos, que se haban congregado para la defensa, se fueron
quedando solos, frente a frente, y tuvieron tiempo de percatarse de que tambin entre
ellos haba cierta pugna. Todava estas rivalidades pudieron haberse sofocado, o purgarse
en una escaramuza sin importancia, a no ser por esa espontaneidad creadora de la vida
local -condición que ya hemos explicado y que tenda a multiplicar en un instante los
motivos de variedad-. As, las monarquas se encontraron con que, sin darse cuenta,
haban venido a ser representativas de las divergencias entre unos y otros pueblos. Y ms
de un rey, investigando su rbol genealógico o tratando de establecer sus ttulos, se
encontró con que rbol y ttulos se confundan con las selvas y las tradiciones de toda una
comarca. En Inglaterra, esta transición est simbolizada en el accidente que trajo al trono
a uno de los hombres ms nobles de la Edad Media37.
Eduardo I llegó envuelto en todos los esplendores de la poca. Era cruzado, y haba
combatido al sarraceno. Haba sido el nico rival digno de Simón de Montfort en aquellas
guerras de los barones, que, como hemos visto, fueron el primer vislumbre, muy vago
todava, de la doctrina en virtud de la cual Inglaterra no haba de ser gobernada por sus
reyes, sino por sus barones. Eduardo, como Simón de Montfort, y todava con mayor
solidez, procedió a desarrollar la gran institución medieval del Parlamento.
Y a hemos visto que ste no era ms que un organismo superpuesto a las
democracias parroquiales preexistentes, y que al principio sólo consistió en una Junta de
representantes locales, que haban de dar su opinión sobre la materia de las
contribuciones locales. De suerte que nació con el sistema de las contribuciones, y con l
se desarrolló ; y a travs de todos los trabajos del Parlamento, apunta la teora que haba
de conducirlo ms tarde a la pretensión de fijar todos los impuestos por s mismo. Con
todo, en los comienzos, no fue ms que el instrumento de los reyes ms equitativos, y,
singularmente, de Eduardo I. Sin duda que alguna vez tuvo Eduardo diferencias con sus
Parlamentos, y aun pudo disgustar a la gente (lo cual nunca ha sido la misma cosa) ; pero,
en conjunto, se portó como un verdadero monarca representativo. Y aqu se presenta a
nuestra consideración un punto difcil y curioso, que, puede decirse, marca el fin de la
historia comenzada por la conquista normanda. Nunca se portó Eduardo ms de acuerdo
con los principios de la monarqua representativa-y aun de la monarqua republicana -que
cuando expulsó a los judos38. La cuestión ha sido tan mal interpretada, a tal grado se la
ha confundido con esa estpida aversión por una raza de tanto prestigio histórico y tan
bien dotada como la juda, que merece prrafo aparte.
En la Edad Media, los judos llegaron a ser tan poderosos como impopulares. Eran
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Eduardo, llamado por el rey, su padre -Enrique III-, volva a Jerusaln. De paso por Italia (1272), recibió
la noticia de que su padre haba muerto y l haba sido electo rey de Inglaterra. La comarca estaba enpaz, y
Eduardo 1 no se apresuró. Desembarcó en Dover en 1274.
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Ao de 1290.
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los capitalistas de aquellos tiempos los que tenan dinero en banca dispuesto para los
negocios. Sin duda que por eso mismo eran tiles ; sin duda que por eso mismo se usaba
de ellos. Tambin es verdad que por eso mismo se abusaba de ellos. El abuso no
consista, como suelen decir las novelas, en que les sacaran los dientes u otros absurdos
por el estilo. Los que han ledo algo de esto, a propósito del rey Juan, ignoran, ge-
neralmente, que se trata de un relato inventado para atacar al rey Juan. El hecho es muy [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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